Por Leopoldo Rodríguez Olivé
La reciente evolución tecnológica ha habilitado el potencial de nuevas regiones en México para generación a gran escala a un costo plenamente competitivo. Las renovables son uno de los medios más efectivos para alcanzar simultáneamente las metas de reducción de emisiones y de crecimiento que el país requiere.
El gobierno de México, a través de la Ley General de Cambio
Climático y de la Ley para el Aprovechamiento de Energías Renovables y el Financiamiento
de la Transición Energética, ha establecido el objetivo de reducir las
emisiones de Gases de Efecto Invernadero en 30% para el año 2020 y en 50% para
el 2050 y ha instruido a la Secretaría de Energía para que en 2024 el 35% de nuestra
generación eléctrica provenga de fuentes de energía limpias, ampliándose al 40%
para 2035 y 50% para 2050.
Esta meta podría parecer difícil de conseguir si no se
conocen los recientes avances tecnológicos, particularmente en tecnologías como
la eólica, la solar y la geotermia que han ocurrido en los últimos cinco años o
menos.
En 2010, sólo se podía pensar en la zona del Istmo de
Tehuantepec, en Oaxaca, para generar electricidad aprovechando la energía del
viento a un precio comparable con el de fuentes convencionales de generación,
pero apenas unos años después, la evolución de turbinas ha permitido aprovechar
vientos menos intensos y mucho más constantes.
Los niveles de productividad anual son tales, que proyectos
en todo el norte, algunas zonas del centro y de la costa del Golfo de México se
comparan con los de Oaxaca, pudiendo ofrecer costos de electricidad que en los
mejores sitios se ubican en un rango que va desde abajo de los 7 centavos de
dólar por kWh y hasta 9 ó 10 centavos en función de la disponibilidad efectiva
del viento.
Lo mismo ocurre con los proyectos de autoabastecimiento de
los que ya forman parte no sólo corporaciones comerciales, sino también
industriales de alto consumo, y que constituyen su opción más económica.
Hay una diferencia muy relevante. En el caso de un proyecto convencional
y considerando como ejemplo una planta de ciclo combinado, el precio del combustible
históricamente ha mostrado volatilidad, mientras que en un proyecto renovable,
el precio puede conocerse desde el inicio para los siguientes 20, 25 o hasta 30
años ya que una vez hecha la inversión, el costo de operación es relativamente
pequeño.
Lo mismo está ocurriendo con la energía solar fotovoltaica,
en donde el costo de los paneles solares ha caído a cerca del 15% de lo que
costaban hace apenas cinco años y la tendencia hacia una mayor eficiencia y un
menor precio continúa.
Al cierre de 2013, México contará con cerca de 2,000 MW
eólicos en operación, pero esto es aún muy poco si consideramos que al terminar
2012 operaban en el mundo alrededor de 280,000 MW (unas cuatro veces la
capacidad instalada total de generación de México).
La combinación de la capacidad hidroeléctrica y
termoeléctrica ya existente, con la aportación de poco menos de 20,000 MW
eólicos y alguna porción adicional solar y de otras tecnologías, permitiría a
México alcanzar la meta del 35% de generación con energías limpias a tiempo y
cerca de la mitad de esa nueva capacidad ya está en etapas importantes de
desarrollo.
Esto no significa que no haya retos.
Cada vez la discusión gira menos en torno al costo, pues ya
está demostrado lo que se puede lograr en México sin subsidios, lo que los
operadores de la red discuten ahora es cómo manejar y resolver temas de
intermitencia, requerimientos de respaldo, planeación de la expansión,
etcétera.
Afortunadamente, para todo esto hay soluciones técnicas que
se han desarrollado en los países con más participación de las energías
renovables y ya se están dando pasos sólidos para implantarlas en México, a
través de una cada vez más estrecha y efectiva colaboración entre las
autoridades del sector, la CFE y los actores privados.
Sin embargo, la abundancia de recursos renovables en varias
zonas del país, necesariamente llevará a limitaciones y saturación de las
líneas de transmisión, las cuales deberán de reforzarse y ampliarse, con una
visión de muy largo plazo y financiadas bajo esquemas diferentes a los
actuales.
La participación de jugadores pequeños y medianos tendrá un
rol cada vez más relevante y la habilitación de los mecanismos para aprovechar
esta posibilidad, facilitará su financiamiento.
La clave para este desarrollo es la continuidad. De crecer
de manera ordenada y sostenida el despliegue de instalaciones de generación con
energías renovables, a un ritmo comparable al de los últimos años, no hay duda
de que se irán consolidando oportunidades en la cadena de valor para la
participación de empresas establecidas ya en México y de otras nuevas en el
diseño, fabricación y suministro de componentes y equipos, así como en toda la
red de servicio y mantenimiento. Para lograr esto, es esencial la definición de
metas concretas por tecnología en el largo plazo y establecer compromisos
concretos con plazos para su ejecución.
Leopoldo
Rodríguez O. es Ingeniero Mecánico Electricista por la Universidad La Salle,
miembro del Comité Ejecutivo y Expresidente de la Asociación Mexicana de
Energía Eólica, Gerente de Energías Renovables en Peñoles y miembro del IMERE.
poloro@yahoo.com
Muy interesante y muy bien argumentado el articulo
ResponderEliminarMuy interesante y muy bien argumentado el articulo
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